O'Donoghue
John Jumper, Seminole (El Jefe John Jumper, Seminola), finales del siglo XIX
Tarjeta de gabinete, fotografía en blanco y negro montada sobre tarjeta, 6 ½ x 4 ¼ pulgadas (16,5 x 10,8 cm)
Jay I. Kislak Collection of the Early Americas, Exploration and Navigation, MDC PC 2020.3.22
Las tarjetas de gabinete eran un tipo de fotografías relativamente baratas montadas en cartulina, lo suficientemente grandes y resistentes como para exponerlas sobre muebles, a veces apoyadas en pequeños atriles. La producción de tarjetas de gabinete comenzó en la década de 1860 y duró hasta la década de 1920. Al principio, las fotografías que más se utilizaban eran las de albúmina, pero en la década de 1890 se impusieron otros procesos, como el colodión mate, la gelatina y el gelatino-bromuro. Los fotógrafos imprimían sus nombres, y a veces elaborados anuncios de sus estudios, en las tarjetas, como hizo aquí O'Donoghue, un fotógrafo de West Palm Beach del que aún no se sabe nada más, ni siquiera su nombre. Durante las tres últimas décadas del siglo XIX, las tarjetas de gabinete constituyeron el modo más popular de retrato comercial, utilizado tanto para fotografías familiares como para imágenes coleccionables de celebridades.
El protagonista de este retrato, el líder seminola John Jumper, vivió una vida fascinante que coincidió con varios acontecimientos cruciales de la historia de Estados Unidos. Nacido en Florida alrededor de 1820, Jumper también fue conocido por su nombre seminola Heneha Mekko y era sobrino de Micanopy, el jefe principal hereditario de los seminolas. Durante la Segunda Guerra Seminola (1835–42), Jumper luchó con su pueblo contra Estados Unidos. Tras su derrota, Jumper y muchos de los seminolas fueron expulsados a la fuerza de su tierra natal al Territorio Indio, en lo que hoy es Oklahoma, donde sucedió a su tío y a su hermano mayor como jefe principal desde 1849 a 1865. En 1856, encabezó la creación de la Nación Seminola.
Al estallar la Guerra Civil, Jumper se puso del lado del Sur y se alistó en el Ejército Confederado, dirigiendo a las tropas seminolas en varias batallas en el Territorio Indio como comandante al mando del Primer Batallón de Fusileros Montados Seminolas y después como coronel al mando del Primer Regimiento de Voluntarios Seminolas. Tras la guerra, Jumper se convirtió en ministro bautista y fue pastor de la Iglesia Bautista de Spring, en Sasakwa, cerca de su casa, hasta 1894. Fue elegido de nuevo jefe principal de la Nación Seminola desde 1882 hasta 1885.
No está claro por qué Jumper se sentó para que le hicieran un retrato en el estudio de un fotógrafo de Florida, pero la tarjeta de gabinete sigue teniendo valor histórico y cultural, tanto como para haber sido conservada y coleccionada. Una inscripción en el reverso reza: "Johnny Jumper 100 años, que luchó mano a mano con Billy Bowlegs, el jefe indio, pero con Tommy Hawks. —— Johnny Jumper es un Jefe Seminola". Billy Bowlegs podría referirse a uno de los dos líderes seminolas con el mismo apodo: Holata Micco, que luchó tanto en la Segunda como en la Tercera Guerra Seminola, o Sonuk Mikko, que, como Jumper, dirigió una compañía de soldados nativos americanos durante la Guerra Civil, pero en el bando de la Unión. No sabemos si Jumper llegó a combatir en persona con alguno de estos hombres, pero una historia así, aunque apócrifa, habría atraído al público de finales del siglo XIX o principios del XX, deseoso de relatos de hazañas pasadas, sobre todo de héroes de tribus nativas americanas antiguamente independientes y belicosas. La hipérbole exagerada de la historia de un duelo con tomahawks es secundada por la exageración de la edad de Jumper. Tenía alrededor de 75 años cuando murió en 1896.
También es digno de mención el hecho de que, en este retrato de estudio, Jumper viste la indumentaria tradicional seminola, que incluye una larga camisa tipo túnica, chaleco, pañuelo al cuello y turbante; está descalzo y sostiene una pipa entre los labios. Sin embargo, en las fotografías tomadas cuando era más joven, Jumper luce un abrigo y una corbata típicos de finales del siglo XIX. Independientemente de las razones personales, culturales o económicas por las que Jumper hubiera decidido posar con un atuendo seminola en esta imagen, habría cumplido las expectativas de los espectadores blancos deseosos de ver representaciones simplificadas y estereotipadas de los "auténticos" nativos americanos. La producción de tales representaciones se convirtió en una auténtica industria que perduró hasta bien entrado el siglo XX y fue de la mano de los continuos esfuerzos por mostrar a los nativos americanos como primitivos premodernos, justificando así su continua opresión y despojo por parte del gobierno estadounidense y de la sociedad blanca en general. Ya en 1930, el fotógrafo estadounidense Edward S. Curtis, por ejemplo, publicó el último volumen de The North American Indian (El indio norteamericano), una colección de sus imágenes de nativos americanos vestidos con trajes de aspecto tradicional que poco tenían que ver con sus vidas, o incluso con sus tribus, como forma de preservar (al tiempo que comercializaba) las semblanzas de una "raza en proceso de desaparición".