Vasija con dios buceador, Maya, Quintana Roo, México o Belice, Periodo Postclásico, 1000–1250 EC
Cerámica policromada, 5 x 5 ½ x 5 ½ pulgadas (12,7 x 14 x 14 cm )
Jay I. Kislak Collection of the Early Americas, Exploration and Navigation, Miami Dade College, MDC PC 2018.1.6
Esta pequeña vasija de cerámica representa al Dios del Buceo. Está hecha de arcilla ocre con marcas rojas, blancas y azules, lleva un tocado de pájaros de cara blanca y sostiene una torta de incienso de copal en cada mano.
Numerosas teorías intentan explicar el significado de esta extraña y hermosa deidad, presente en toda Mesoamérica y especialmente asociada a los mayas de Yucatán, pero mucho sobre el llamado Dios Descendente aún se desconoce. Puede estar asociado con el Dios de las Abejas de los mayas o con el planeta Venus descendiendo. También puede representar un búho yucateco, el cual se puede ver en su tocado.
Pájaro sagrado, conocido por su capacidad para ver en la oscuridad, el búho yucateco es venerado por los mayas como signo de buena suerte y espíritu animal protector, capaz de ver el futuro. Los mayas también asociaban a los búhos con la muerte y el más allá, y creían que guiaban a las almas al inframundo. Son los guardianes de la noche y de las criaturas más pequeñas y vulnerables, incluidas las abejas. Según la tradición maya, el Dios de las Abejas, llamado Ah Muu Zen Caab, el Dios Descendente, dio las abejas a los bosques tropicales de la península de Yucatán. Los antiguos mayas conservaban las especies de abejas Melipona beecheii y Melipona yucatanica, ambas especies de abejas sin aguijón. Las abejas también simbolizaban un vínculo con el mundo de los espíritus. Históricamente, los sacerdotes mayas recolectaban miel de las colonias de abejas en troncos o árboles vivos dos veces al año como parte de una ceremonia religiosa. Para asegurarse de que aumentaba el número de abejas y colmenas, los apicultores dividían regularmente las colonias.
La miel, producto básico de exportación en el comercio maya, era una mercancía importante en Yucatán y a lo largo de las rutas comerciales de Mesoamérica. La miel maya se utilizaba como edulcorante, antibiótico e ingrediente principal del balché, una bebida de miel fermentada, como la hidromiel. Los mayas utilizaban la cera de abeja para trabajos de fundición en metal, y más tarde para sellos y velas. Dada la importancia de la miel y las abejas en la Península de Yucatán, podemos ver fácilmente por qué el Dios Descendente se encontraba en sitios importantes a lo largo de la ruta, donde su protección de las abejas jugaba un papel importante en la vida cotidiana y religiosa.
Además de los búhos y las abejas, el Dios Descendente estaba asociado con Venus, guerra y la pelea. Las batallas se planeaban en torno al creciente y el descenso de Venus, el planeta más frecuentemente visto en nuestros cielos, ya que las sociedades guerreaban regularmente por la supremacía, lo que indica la importancia del Dios Descendente para el mundo político maya.
Los colores de esta figura del Dios del Buceo incluyen un hermoso pigmento azul conocido hoy como Azul Maya. El azul era el color del sacrificio para los antiguos mayas. Los humanos eran pintados de azul antes de ser sacrificados ritualmente. Los mayas utilizaban este azul en murales, cerámica, incienso de copal, caucho, madera y otros objetos porque era un color vivo y prácticamente indestructible.
Aunque los investigadores han tenido un conocimiento básico del significado cultural y la finalidad de este color durante muchos años, el proceso mediante el cual se producía el tono deseado fue un misterio hasta hace poco. De particular interés ha sido la resistencia del pigmento al envejecimiento, a la intemperie e incluso a los solventes químicos modernos.
El Azul Maya puede conservar su vibrante tonalidad durante siglos, un logro poco común para cualquier color, especialmente los obtenidos a partir de ingredientes naturales. Los científicos han atribuido la estabilidad y la naturaleza duradera del Azul Maya a un enlace químico único entre el índigo, un tinte extraído de las hojas de la planta del índigo, y la palygorskita, una arcilla mineral blanca llamada sak lu'um, "tierra blanca", por los mayas yucatecos. Cuando se calientan juntos a temperaturas de entre los 300 y 400 °F, forman un pigmento duradero y estable. Sin embargo, los investigadores se han esforzado por averiguar el proceso exacto por el que los propios mayas podían producir este pigmento.
Varias obras notables de la colección del Centro Kislak presentan el Azul Maya, uno de los colores favoritos de Jay I. Kislak, quien buscaba artefactos con esta vívida tonalidad, lo que contribuye a nuestra comprensión de su significado como objetos rituales.
Expuesto: Culture and Change in the Early Americas, Kislak Center, Miami Dade College, 20 de mayo de 2018-31 de enero de 2021.
Fotos de Lynton Gardiner. © Kislak Center at MDC.